16 feb 2011

Taxonomías


Los pálidos del ocio,
las débiles sombras
de los guerreros pusilánimes,
los seducidos por la delgadez,
los anoréxicos.

Los indiferentes,
de piel espesa,
envueltos en sí como una oruga.

Los arbóreos,
como secoyas,
con mucho tiempo en el tronco,
sobrevivientes pausados
que saben extinguirse.

Los bien portados,
vestidos, por dentro y por fuera,
por el mall y la época:
odian el error, deambulan,
no se tropiezan;
viven a los ojos del prójimo
tan cómodos como en familia,
no tienen callo, no se reprochan;
su superficie pulida e impermeable,
su poca piedad
por lo raro y anómalo,
su repugnancia al esqueleto
[equivocado
del inválido,
a la mala fortuna,
los protege;
de niños prueban lo correcto
y se quedan
como quien sube a una escalera
[eléctrica
y juega a las estatuas de marfil
[de la conducta.
Los nerviosos,
que tienen tics y parpadean,
extranjeros
a ambos lados de su piel;
agitados por un sismo de decisiones;
tiemblan sin moverse
en un nudo de energías
contradictorias.

Los abúlicos
que desfallecen
en la palidez de un deseo.

Los imperceptibles por pobres,
gente de poco ruido,
les llama Santa Teresa;
en las noches
sueñan con fogatas
sedentarias,
que recojan los rescoldos
de fogatas antiguas.
De la intemperie
y la mudanza,
de penar en las sobras,
viven,
de recoger las ramas,
de calentarse
alrededor
de la pequeña fogata
fugitiva.
En las noches encienden
fogatas apenas perceptibles,
en las mañanas son expertos
en el arte de esfumar las cenizas.

Los tardíos,
que no alcanzan lo nuevo,
porque siembran en temporal
y dependen de la lluvia
que hace lo que quiere
más que de los surcos y los bueyes.

Los insomnes de a pie,
los trasnochadores de esquina,
que en vez de estar dormidos,
reponiéndose,
para amanecer en la vigilia
del trabajo,
están junto a los postes
desvelados,
jugándose
el día siguiente,
erguidos en el insomnio
hasta que los vence el cansancio
y, a tientas,
se meten en sueños y pesadillas,
en pesadillas más que en sueños,
que los despiertan
más insomnes que nunca,
desarreglados y mal dispuestos
y chupan faros,
como los otros.

Los fumadores,
adoradores del humo
que pasa por los pulmones.

Los sobrevivientes,
clavados,
por ahora,
en esta enumeración
que no termina.
Las lavanderas…
los orientales…

24 ene 2011

Poemas



Por Osvaldo Lamborghini

Tres veces en la noche
sonaron las campanas
mientras mi Infancia
recorría
tierras extrañas.
Porque todavía
todavía mi Infancia
viene a buscarme
con un galope en las piernas
y en sus labios
una sonrisa salvaje.

Cuando anda por ciudades
para que no la vea la gente,
mi Infancia
se disimula en el demoníaco aire.
Porque ella es muy linda
muy suave y muy frágil
y tiene miedo
de las gentes grandes.
Me viene a buscar
a mi cuarto de sueños
y me cuenta
que con una hoja de palmera
navega los mares
como atraviesa las selvas
deslizándose por los árboles
Después
entre lloriqueos me cuenta,
sentada sobre mis rodillas
que un niño casi la atropella,
con su bicicleta
y cómo en un río, una anguila
la azotó con su cola eléctrica.
Mi Amor, entonces
le cura las heridas
porque con su presencia
mi cuarto de sueños
se convierte en un Valle de Vida.
¡Mi Infancia, mi Infancia!
Con un galope en sus piernas
todavía viene a buscarme

27 sept 2010

Medio pan y un libro.




"Cuando alguien va al teatro, a un concierto o a una fiesta de cualquier índole que sea, si la fiesta es de su agrado, recuerda inmediatamente y lamenta que las personas que él quiere no se encuentren allí. ‘Lo que le gustaría esto a mi hermana, a mi padre’, piensa, y no goza ya del espectáculo sino a través de una leve melancolía. Ésta es la melancolía que yo siento, no por la gente de mi casa, que sería pequeño y ruin, sino por todas las criaturas que por falta de medios y por desgracia suya no gozan del supremo bien de la belleza que es vida y es bondad y es serenidad y es pasión.

Por eso no tengo nunca un libro, porque regalo cuantos compro, que son infinitos, y por eso estoy aquí honrado y contento de inaugurar esta biblioteca del pueblo, la primera seguramente en toda la provincia de Granada.

No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio de Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social.

Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros?.

¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: ‘amor, amor’, y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras. Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoyevsky, padre de la revolución rusa mucho más que Lenin, estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita; y pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía: ‘¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!’. Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua: pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida

Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal, uno de los sabios más verdaderos de Europa, que el lema de la República debe ser: ‘Cultura’. Cultura porque sólo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz.

Locución de Federico García Lorca al Pueblo de Fuente de Vaqueros (Granada). Septiembre 1931.


27 ene 2010

...

el que pierda una vez a su amada, siempre volverá a perderla. Aquel en cuyas proximidades ocurrió alguna vez un asesinato, siempre debería estar preparado para un nuevo asesinato. 

Hans Henny Jahnn






Dije que jamas te olvidaría.

Ahora estoy en La Fronda nuevamente

y el viento y los álamos y

el pasto que crece y

las flores entre la hierba

sólo recuerdan a un muchacho

que hablaba con Nadie.

 

23 nov 2008

J.L. Borges - Arte poética


Mirar el río hecho de tiempo y agua
y recordar que el tiempo es otro río,
saber que nos perdemos como el río
y que los rostros pasan como el agua.

Sentir que la vigilia es otro sueño
que sueña no soñar y que la muerte
que teme nuestra carne es esa muerte
de cada noche, que se llama sueño.

Ver en el día o en el año un símbolo
de los días del hombre y de sus años,
convertir el ultraje de los años
en una música, en un rumor y un símbolo,

Ver en la muerte el sueño, en el ocaso
un triste oro, tal es la poesía
que es inmortal y pobre. La poesía
vuelve como la aurora y el ocaso.

A veces en las tardes una cara
nos mira desde el fondo de un espejo;
el arte debe ser como ese espejo
que nos revela nuestra propia cara.

Cuentan que Ulises, harto de prodigios,
lloró de amor al divisar su Itaca
verde y humilde. El arte es esa Itaca
de verde eternidad, no de prodigios.

También es como el río interminable
que pasa y queda y es cristal de un mismo
Heráclito inconstante, que es el mismo
y es otro, como el río interminable.

12 oct 2008

Prosa Cortada


Si hay algo que odio eso es la música
las rimas, los juegos de palabras.
Nací en una generación.
la muerte y la vida estaban
En un cuaderno a rayas:
la muerte y la vida,
lo masculino y lo femenino,
los orgazmos sin patria
y los órganos de parte a parte,
Se perfilaban en un blanco.
Apuntes, apuntes, apuntes.
O amputes,
la 'roca' de la maldición.

Osvaldo Lamborghini.

24 ago 2008

Nicanor Parra - Cartas del Poeta que Duerme en una Silla




XV

Última vez que repito lo mismo
los gusanos son dioses
las mariposas
son flores en movimiento perpetuo
dientes cariados
dientes quebradizos
yo soy de la epoca del cine mudo.

Fornicar es un acto literario.